Desde que vio La pasión de Juana de Arco, Phillip Lopate se dio cuenta que una película podía provocarle el mismo deslumbramiento y arrebato que otras personas alcanzan con una ópera de Mozart o un exposición de Vermeer. Sí, el film de Dreyer, al igual que los de Mizoguchi o John Ford, son para él una muestra de gran arte: expresiones que conjugan lo inquietante, lo sublime, lo trágico y lo bellamente resignado.
En la búsqueda de estos valores, Lopate ha invertido más de cincuenta mil horas en la oscuridad de la sala de cine. Este libro es la cristalización de esa experiencia. Un ejercicio de crítica admirable, que se nutre de la biografía y el ensayo para compartir intuiciones, análisis y veredictos –¡cómo no!– de cineastas tan variados como Antonioni, Godard, Jerry Lewis y David Lynch.
Atento al contexto histórico, a las trayectorias de directores y actores, y sobre todo a los aspectos formales de composición del plano, Lopate se alza aquí como un crítico insoslayable para quien desee adentrarse tanto en las figuras clásicas de lo que en los 60 se llamó “cine de autor”, como en los nombres que hoy están haciendo películas maduras, apasionantes y esenciales: Abbas Kiarostami, Nanni Moretti y Olivier Assayas, entre otros.