Uno de los misterios de Chile –cuando se le observa es perspectiva comparada- lo constituyen los bajos niveles relativos de corrupción. Casos que en todo el resto de la región parecen pequeñas picardías, astucias que despiertan admiración, en Chile constituyen verdaderos escándalos que hieren la idea que los chilenos y chilenas parecen tener de sí mismos.
Los chilenos y chilenas se erizan cada vez que se descubre que un funcionario emplea recursos públicos en beneficio propio o los desvía hacia propósitos ajenos a los que la ley describe. Y es que en Chile parece haber una cultura de la probidad, una cierta alergia a la corrupción, que es una excepción en la casi totalidad de américa hispana y lusitana. ¿De dónde proviene esa cultura de la probidad, ese rasgo casi excepcional, que parece caracterizar a la cultura pública de Chile?
Este libro del profesor Patricio Silva –un chileno que mira al país desde Holanda, pero con la preocupación y la cercanía intelectual de quien nunca lo ha abandonado- es el intento de responder a esa pregunta; se trata de un esfuerzo por rastrear, en un largo lapso que cubre desde el siglo XVI hasta la actualidad, las raíces de la cultura de probidad en Chile.