A la vuelta del siglo XIX al XX la relación entre Estado y capital adquirió su carácter distintivo en Chile bajo la inspiración del liberalismo económico y el parlamentarismo. El desarrollo productivo industrial recayó en iniciativas e intereses particulares, especialmente el capital extranjero, en tanto que el Fisco se condicionó a las rentas que le producían por la vía impositiva los ingresos que generaba el capital. El período es coincidente con la posición económica principal que levantaban las nuevas provincias de Antofagasta y Tarapacá, la atracción de intereses foráneos y la situación geográfica ventajosa que estas disponían en el polígono andino del que también forman parte el sur del Perú, el occidente de Bolivia y el noroeste de Argentina. No es mucho lo que se conoce de los individuos que arribaron a esos territorios, comisionados como la primera línea de las compañías capitalistas que buscaban su tajada en aquellas ricas regiones. Para los que llegaban, nacionalidades y fronteras eran cada vez más tenues y la globalización mundial progresaba rápidamente con sus constantes viajes. William D. Murray, ingeniero residente y agente delegado en Chile de la Antofagasta & Bolivia Railway, fue uno de los hombres que le dieron un rostro a esos grupos económicos. En esta obra el autor presta especial atención a las raíces ideológicas de Murray en Escocia, su formación, al papel de promotor del capital que asumió en el norte de Chile y Bolivia y las circunstancias políticas de la época.
