Zazie en el metro fue el gran éxito que catapultó a Raymond Queneau a la fama. La novela fue escrita en un lenguaje plagado de invenciones y giros idiomáticos, que hicieron que el trabajo de traducción fuera un desafío para Ariel Dilon, que mantuvo y respetó las decisiones del autor.
Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es ese silencio que lo rodea. Y prácticamente a cada paso que se da en una casa y a todas horas del día, bajo todas las luces, ya sean del exterior o de las lámparas encendidas durante el día. Esta soledad real del cuerpo se convierte en la soledad inviolable del escribir. Nunca hablaba de eso a nadie. En aquel período de mi primera soledad ya había descubierto que lo que yo tenía que hacer era escribir. Raymond Queneau me lo había confirmado. El único principio de Raymond Queneau era este: Escribe, no hagas nada más.