Fabián Casas hace parecer fácil lo difícil, transparente lo intrincado. Es capaz de resumir un complejo pensamiento de Heidegger en un párrafo y lograr que ese párrafo resulte emocionante, o de generar conceptos abismales a partir de un paseo con su perra Rita. Dueño de una escritura briosa y salvaje, trabaja contra el lugar común y la corrección política, pero no lo hace como un tirabombas sino como un refinadísimo arquitecto destructor. Su plan parece consistir en exponer a quien lo lee a la lluvia ácida de la vida real pero darle, al mismo tiempo y a modo de cobijo, la mirada profundamente humana de quien ya ha estado allí y volvió para contarlo. En este libro recuerda a Fogwill, habla bien y mal de Salinger y de Sylvia Plath, desmonta el mito de varios ídolos del rock, escribe sobre Borges, Saer, V. S. Naipaul, el cine de Coppola, Batman, Joan Manuel Serrat, los veranos de su infancia, su padre, su padrino, el fútbol, las fiestas electrónicas, y todo lo hace con su tremenda maquinaria narrativa, con una voz que contiene elegancia, inteligencia, fuerza y arrabal en dosis exactas. En los cuarenta y cuatro textos que reúne este libro, varios de ellos inéditos, modula diversas formas de esa voz extraña que, según dice, nos habla a todos, desde el principio de los tiempos y desde lo más profundo de nosotros mismos.