Michel Foucault supo interpretar el poder como una relación, y desde allí examinar el significado de anomalías como la locura, la enfermedad o la conducta sexual. Sus textos ayudaron a rarificar la mirada sobre la normalidad y sobre el supuesto progreso de la técnica; nos enseñaron a ver que los dispositivos y las herramientas tecnológicas asombrosas no eran solo los artefactos industriales y científicos. Aprendimos que también son tecnologías sorprendentes los diferentes modos de intervención del Estado sobre los individuos y sobre la población. Entonces, entender el poder como una relación significa que no se trata de algo sustancial, ni un objeto que se pueda usurpar, ni un atuendo o símbolo para ostentar, ni un lugar para ocupar. Se trata de algo más complejo porque el poder es productivo. Las relaciones de poder permiten ordenar, clasificar, controlar, administrar y gestionar individuos y poblaciones. Gabriela D’Odorico