Las transformaciones al modelo chileno impulsada durante la dictadura por los tecnócratas de Chicago y los ideólogos conservadores quedaron en gran medida aseguradas por los múltiples cerrojos definidos en la Constitución antidemocrática de 1980, la que estableció el rol subsidiario del Estado. Pese a no incluirlo de manera explícita en su articulado, este principio se desprende de las múltiples disposiciones donde la Carta Magna busca el rol estatal por uno meramente observador.