Sergio Coddou persigue o recupera una épica perdida. Apunta a un momento del futuro en que el relato de una experiencia vuelva a encontrarse con la música, que mientras tanto consume con unos colosales audífonos, incapaces de cancelar el ruido del mundo o, como él diría, "el bamboleo de los días”.
La pulsión iconoclasta, la especulación autodestructiva y la diatriba rabiosa no han pasado de moda para esta poesía especializada en detectar "el casi imperceptible brillo de las sonrisas congeladas" y de leer "las mareas del amor y del hambre".
Con su habitual desparpajo y profundidad de campo, Sergio Coddou ensaya su peregrinaje hacia la noche mientras va soltando acordes y melodías para "fumigar las minucias de la rutina con la rutina".
Alejandro Zambra