“Dentro de su política editorial, amplia y renovadora, la Empresa Nacional Zig-Zag contribuye a la revelación de un nuevo novelista chileno”. Así leemos en una de las solapas del libro. La declaración es modesta, porque esta vez la contribución es valiosa. Se trata de un novelista destinado a señorear el arte en que se inicia.
Hernán del Solar. El Mercurio, 25 enero 1963.
Palazuelos maneja un ojo irónico y liviano que se desliza sobre la realidad aparente y la perfora con su estilete inconformista. La estructura se halla bien conformada, cuando se desmonta el mecanismo interior de los personajes y sus móviles secretos. El libro interesa y provoca reacciones encontradas, lo que es un síntoma de su valor.
Ricardo Latchman. La Nación, 3 febrero 1963.
Hacía tiempo, en verdad, que no recibíamos una novela diferente, novedosa, como esta que tenemos entre las manos y que hemos leído con creciente y mantenido interés. (…) al comienzo esta novela es desconcertante y, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, desarticulada, escrita en un estilo eléctrico, telegráfico, si podemos definir en esa forma su lenguaje de frases cortas, con secuencias novedosas, que terminan por colocarnos en un plano de franca admiración hacia su autor.
Gonzalo Drago. El diario de Malleco, 1 junio 1963.
Juan Agustín Palazuelos fue la gran promesa literaria chilena de los años ’60. Nació en Santiago, en 1936, en el seno de una familia de tradición política. Estudió Derecho en la Universidad de Chile y ganó una beca para estudiar por dos años en Estados Unidos. Allá participó en talleres literarios y regresó decidido a dejar las leyes para convertirse en escritor. Su primera obra, Según el orden del tiempo (Zig–Zag, 1962), publicada con tan sólo 26 años, recibió los elogios de los críticos del momento y autores como José Donoso, Gonzalo Drago y Nicanor Parra. Palazuelos configuró un grupo de narradores jóvenes apodados “la novísima generación” por Donoso, en oposición a la Generación del‘50. Entre ellos se encontraban Antonio Skármeta, Poli Délano, Mauricio Wacquez y Cristian Huneeus. Su segunda novela, Muy temprano para Santiago (Zig–Zag, 1965), es una obra bastante diferente a la primera: más realista y reflexiva, menos irónica, menos abultada en cuanto a referencias culturales. Palazuelos participó en el programa de escritura de la Universidad de Iowa en Estados Unidos, gracias a una beca otorgada por la Fundación Ford. Sus intenciones, sin embargo, se vieron interrumpidas a su regreso al país: una diabetes no diagnosticada le quitó la vida la madrugada del domingo 6 de julio de 1969, a los 33 años.