Un sacerdote de cincuenta años está a la espera de un trasplante de corazón. Es alto, es gordo, es culto, pero su mismo tamaño hace que no sea fácil encontrar un donante. Su médico le sugiere que evite las escaleras de su casa, y corre con la suerte de encontrar un hospedaje con una amiga recién separada, triste, que vive con sus dos hijos y una empleada que también tiene una niña. Mientras aguarda el día de la operación, el sacerdote se ve envuelto y fascinado por la vida familiar: los niños, la comida, las dos mujeres le gustan cada vez más, y empieza a considerar la idea de ser padre y esposo. Esta es la historia de un cura bueno en la que se muestra una visión del matrimonio como una fortaleza sitiada: los que están adentro quieren salir, y los que están afuera quieren entrar.