El pueblo mapuche cultiva en sus campos solo lo que sea necesario para cada familia y la tierra se deja descansar respetando los ciclos de la naturaleza. Lo mismo ocurre con la crianza de animales, con el mar y la pesca. Se debe tener lo justo para que no falte de comer. La tierra por donde uno pasa debe pisarse livianamente y todavía hoy se le pide permiso a los ngen o espíritus de la naturaleza para recorrerla y recoger los frutos que ella regala. Este libro trata sobre la profunda relación que surge de estas prácticas respetuosas con la flora, la fauna y los hongos, la tierra y el agua. Sobre la tradición del Küme Mongen, Buen Vivir, que es existir en armonía y reciprocidad con la Ñuke Mapu, la Madre Tierra.