Las mujeres que componen Rudas, de Carolina Brown, se mueven conscientes del ejercicio de respirar: inhalan, exhalan, pausa, y en esa apnea, una pregunta: “¿Por qué no te paras derecha?”. Arriba y abajo el cuerpo frágil, sumergido, y el misterio colándose en el cielo inmenso, en la cordillera natural e inhumana, en el frío subiendo por las piernas, congelando los dedos de las manos. Mujeres que oscilan entre el abismo del ser y lo cotidiano, “solo quedó la incomodidad de los zapatos húmedos por el rocío”; detrás de cada anécdota, existe otra pregunta, círculos concéntricos intentando llegar a una raíz, al origen. Entonces, la pérdida de sentido puede que sea el suelo que pisan, pero no el espacio donde dirigen la mirada.