Repite conmigo cuenta con un traspaso de códigos como puntapié inicial: lo escrito para ser escuchado y fijado en un soporte sonoro —con la banda González y los Asistentes— cruza el puente hacia este texto impreso bajo una clave editorial, en que al mismo tiempo la palabra se comporta como imagen. Los textos reciben un nuevo tratamiento visual, en que las letras desaparecen, se desmenuzan las palabras, se recortan los bordes de las oraciones con siluetas de objetos que caen sobre ellas como un troquel de tinta. Gestos que dan cuenta de una corrosión del mensaje con elegancia perturbadora.