En el centro de esta historia hay una mujer que nunca consideró traer un perro a casa. Pero su marido, triste por la muerte de su abuela, con la que le unían fuertes lazos desde la infancia, insiste y acaban teniendo uno. Este es el primer paso para un cambio en la vida de una familia sin hijos, pues terminarán mudándose al campo, a una hora de Seúl, donde poco tiempo después adoptan otro can. En sus paseos diarios se cruzan con gente y perros de todo tipo, algunos abandonados, otros maltratados por sus dueños o encerrados en jaulas, esperando a ser sacrificados o incluso cocinados... vestigios de antiguas maneras de tratar a los animales.