A contracorriente de quienes alardean de su pureza, de los moralistas de última hora, Luis López-Aliaga deshilvana sus recuerdos
para tejer un relato que se interroga sobre los vapuleados años 90 —época de su formación y aprendizaje literario—, marcados por
acomodos, transacciones, éxito económico y silencio, sobre todo silencio. En estas páginas hay sueños no tan distintos de los de hoy:
hacer carrera, “hacerla”, y para eso estar en el taller selecto, ir a la fiesta indicada, colaborar en los suplementos literarios del establishment, publicar en las grandes editoriales y, bueno, como en la literatura nunca hay mucho dinero, lanzarse a escribir teleseries.