Estos nueve relatos negros, nos remecen, sacuden el entendimiento que, a veces, se encuentra adormecido; los cuentos presentan la escritura como la contraparte de la pesadez del olvido.
Se convierten, por eso, en una suerte de interpelación a nosotros, los lectores, quienes, probablemente, nos vemos aprisionados en la ignorancia y en una existencia que recoge fragmentos de consecuencias, cuyas causas recordamos, tal vez, a medias.
En la obra de Sonia González Valdenegro, detrás del cadáver literario, se encuentra un crimen olvidado, se hallan realidades enterradas. Detrás de la violencia de los cuentos, detrás de su ausencia, se encuentra el recuerdo, ese remezón que enrostra la pasividad generalizada que se asombra rápidamente y olvida para asombrarse de nuevo. En palabras de la autora “hay una historia detrás de un cuerpo, hay un olvido, hay impunidad”.
