Si los poemas de Pedro Antonio González habrían de motivar reacciones disímiles, desde el espaldarazo cursi hasta el ninguneo rizomático, su biografía concitó en cambio un interés cercano al culto. Desplegado como reconstrucción documental o como elaboración ficcional, en géneros de referencia o en clave, el anecdotario ha ido configurando una de esas mitologías autorales que tanto fascinan a los medios masivos y que tanto repugnan a la academia. La vida "trágica y torturada" de González se prestó como ejemplo o contraejemplo de lo que al cliente le viniera en gana, y así hubo un Pedro maldito, un Pedro provinciano, un Pedro aventurero, un Pedro cristológico, un Pedro protofeminista y uno falocéntrico.