Vivimos en un mundo larvario: esta expresión –inmersa en uno los textos aquí incluidos– bien podría resumir la visión crítica de Martín Hopenhayn respecto de las circunstancias que nos cercan y a menudo nos envuelven. Nada cuaja del todo, y navegamos entre proyectos truncos, vínculos fugaces y vidas discontinuas. Pero al mismo tiempo el escritor escarba en su propia interioridad larvaria, y en la de su generación, y lo hace a través de
disímiles géneros: aforismos, ensayos, fragmentos, crónicas y fototextos. A ratos escéptico, aunque confiado en que el escepticismo es la “dieta de la inteligencia”, y borrando por momentos la línea divisoria entre el adentro y el afuera, entre la mirada y lo mirado, el autor huye de su propio centro –en una suerte de centrifugado existencial– hacia una periferia desnuda, donde busca el áspero roce de los asuntos y las cosas. Y desde allí nos habla.