Guillermo Enrique Fernández nos entrega un texto en forma de capítulos, poesía de verso libre, con una percepción profunda de “el chico Molina”, figura, escritor sin obra, especie de mito de la literatura chilena. El uso de las figuras retóricas otorga el ritmo para que el héroe del narrador en primera persona nos lleve a acompañar la poética y la narrativa con un vuelo increíble.