En este clásico venerado sobre el desierto, Austin medita sobre las maravillas de esas tierras y captura tanto el paisaje como la enorme variedad de vida animal y vegetal, o los pocos seres humanos que las habitan. Su escritura recuerda, en el tono trascendental y su ocasional inclinación primitivista, a la obra de autores como Ralph Waldo Emerson y John Muir.