Este libro es, por encima de todo, un relato de mancomuniones culturales históricamente acontecidas, representadas en esos equipos de
fútbol campesino que jugaban por un genuino amor a la tierra y a sus islas de origen, sin importar si ser buen jugador tenía algún valor comercial o no. Es la historia de un tiempo ya ido, pero no muerto. Su recuerdo es una lección de humanidad que no debe olvidarse, pues es la cantera de donde salen y saldrán los materiales con que se ha de modelar la nueva identidad de Chiloé por la que aboga la poesía de Velásquez.