Desde que el humanismo se empeñó en rescatar el conocimiento antiguo se viene cultivando una suerte de ejercicio reflexivo a modo de acompañamiento de la enseñanza y práctica de diversas artes, al que se le ha entendido también como un arte. En dicha línea se encuadra este libro. No es un tratado sino una aproximación revisionista, combativa a favor de la historia. Y, no porque sea cuestión de asumirla como “militante”, que es por lo que batallaba Lucien Febvre, sino enfrentar una inquietud, surgida ahora último, de que la historia ya no sólo combate, se la combate. Se la usa y abusa, sin atender a su complejidad, desestimándose la variedad de puntos de vista, distintos sujetos, asimismo la multicausalidad. En el fondo, se pasa a llevar esa aconsejable cautela que ha servido para evitar versiones unívocas y voluntaristas del pasado. Tan avasallante se ha vuelto esta actitud que a lo “políticamente correcto” se le ha llegado a eximir de cuestionamiento. Quedando en el aire la incógnita de si vamos a disponer de historiadores con independencia que puedan asegurarnos alguna saludable heterodoxia. Llega a haber espíritus críticos y podríamos estar hablando de otra cosa. Pero ¿los hay? La historia más bien dice que los hubo.
Alfredo Jocelyn-Holt Letelier (1955). Estudió en The Johns Hopkins University (licenciatura en historia del arte y máster en estudios humanísticos), en la Universidad de Chile (licenciado en derecho) y en la Universidad de Oxford (D Phil). Enseña en las facultades de Derecho y de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Ha sido profesor visitante en las universidades de Cambridge, Roma Tres, Salamanca, Los Andes y Chicago (Tinker Professor). Columnista regular de El Mercurio, La Tercera, Qué Pasa y The Clinic. Autor de La Independencia de Chile, El peso de la noche, El Chile perplejo, Historia general de Chile (tres tomos), La Escuela tomada. Historia/Memoria 2009-2011 y Perfiles, y distinguido con el Premio Municipal de Literatura en 1999, 2005, 2009 y 2016.
“La historia en disputa pone de manifiesto la importancia de reflexionar acerca de la historia y de entender a su vez que la historia, concebida como una práctica hermenéutica y narrativa, supone un compromiso que permite identificar y rescatar los “sentidos que han hecho sentido en el pasado”.” Santiago Aránguiz Pinto