Paloma Vidal nos atrapa con destreza en una historia de suspenso que transita entre lo
mágico y lo siniestro.
Una nena vive en la casita del fondo de una mansión de Punta del Este con su tía y un
perro. Los dueños de la propiedad son brasileños y veranean allí. La niña pasa los días en la
oscura piscina del jardín, fuente de peligro y atracción, mientras la tía se ocupa de atender
a los dueños y a los invitados. El perro la sigue, la acompaña, la cuida. Juntos observan los
movimientos de la casa. La nena no habla portugués, pero puede entender lo que dicen en
la tele mientras fantasea con ser adoptada y viajar a Brasil, a ese lugar con las playas más
lindas del mundo, donde la gente se viste de blanco y tiene la piel bronceada todo el año.
Empieza a planificar su viaje al mismo tiempo que una nena de su edad es víctima de un
femicidio.