Ezequiel Martínez Estrada, uno de los ensayistas argentinos más importantes del siglo XX, fue también un gran narrador, como lo demuestran las dos ficciones que integran este libro. Inhallable hasta hoy, Juan Florido, padre e hijo, minervistas es la historia entre picaresca y alucinatoria de una familia española en un conventillo de Buenos Aires.En el Palacio Bisiesto, hay dos Juan Florido, dos muertos, dos velatorios, dos maneras de sobrellevar la pobreza.Mientras los deudos esperan la mañana que traerá el coche fúnebre, una visita indeseada los conduce, entre cuentos y avivadas, por el infierno carnavalesca en que vivieron los últimos cuarenta años. Marta Riquelme se presenta como el prólogo a unas Memorias cuyo manuscrito y cuya autora han desaparecido. En su ridículo intento de reconstrucción del original, el prologuista refiere la novela familiar de Marta, colmada de suicidios y amores incestuosos, pero también de arrebatos y misterios, trazando una realidad infinitamente interpretable.En estas dos narraciones magistrales, Martínez Estrada, el hombre que hizo de la crítica una pasión, es el mayor contendiente argentino de Kafka y Nabokov.