La pequeña Jane nunca fue amada por sus parientes más cercanos. Creció rodeada de aquellos con quienes compartía sangre y apellidos, pero nunca la correcta porción de sangre ni el correcto apellido: Jane Eyre no era rica, no era “bella” ni agradaba de buenas a primera. De carácter introvertido, una observadora perspicaz y aguda desde niña, característica que nunca ha conseguido atraer a nadie más que a quien la posee, puesto que, combinada con el discernimiento libre de subjetividades y ambigüedades morales, consigue desagradar a cualquiera con fallas notables en su carácter: Jane es un espejo y no tiene nada más que mostrar que la verdad de toda persona que se ponga frente a ella. Y la tía Reed sí que la detestaba.
Jane cuenta en primera instancia su vida desde una perspectiva lejana, rememorando sus días de infancia y las personas con quienes compartió esta etapa de su vida. Para ser una mujer adulta que narra la historia, logra expresar bastante bien la impotencia, la pena, la furia, la ira incluso, que se entremezclan dentro de su interior hasta antes de partir de su primer hogar hacia la institución que la formará de acuerdo a las costumbres de la época. Jane es una niña apasionada, con una capacidad de reflexión e introspección que roza lo increíble para alguien de su edad (pero que se disculpa, ya que esta etapa se narra de forma más objetiva que el resto de la historia), con un hambre constante de afecto, aceptación y reconocimiento, con una sed insaciable de conocer, de aprender, de descubrir. Tales características son las que encierra esa apariencia relativamente taciturna, maleducada y desagradable de Jane, contrario a lo que se consideraba como “apropiado” para las niñas de la época. Tampoco se le perdonaba la simpleza de sus rasgos: bien podías ser callada y observadora si tienes unos ojos azules y grandes acompañados de facciones finas y simétricas, pero no es el caso de Jane. Por lo que no duda en recurrir a sus talentos y dotes naturales para luchar en una sociedad en la que sabe está en clara desventaja, pero no se echa a morir, sino que se empeña y persiste en observar su vida desde una luz objetiva, racional y correcta, pero también repleta de fantasía, de sueños y de posibilidades. A pesar del molde en el que quisieron encerrar a su espíritu, éste permanece intacto, más despierto y presente una vez que consigue expandir sus horizontes, más conectado con su mente de lo que ella está dispuesta a admitir, pero que no la abandona en ningún momento: el espíritu de Jane es inquebrantable.
No me gustaría arruinar la historia contando lo que sucedió en su vida, me gustaría que Jane misma pudiera contártela, con sus propias palabras, con sus propias melodías y cadencias. Encierra belleza la forma en que vive Jane: vive de adentro hacia afuera, “es un ser humano completo”.
Por: María Paz Wallffiguer
Instagram: @mariapazwallffiguer
Soy María Paz, tengo 25 años, soy traductora y me encanta leer, escribir, tomar tecito y conversar de libros, si es todo en uno, me gusta mucho más.
No hace falta que hayas leído todos clásicos u obras maestras, sólo se necesita que sean tus clásicos y tus obras favoritas las que cuentan dentro de tu biblioteca. Y visto así, recomendar libros, conversar sobre ellos y escribirlos, se convierte en un acto de comunicación mucho más profundo y significativo.