A partir de una crítica al «sentido común» de las imágenes como representación de la realidad, Imágenes del terror propone un estatuto contraintituivo que les devuelve su propiedad procesual, generativa y transformadora; una problematización que aprovecha el rendimiento de la ambigüedad entre terror y error, es decir el impacto por la fricción de lo errático. Así, este libro muestra cómo las complejas conexiones de las imágenes, el contacto entre lo humano y lo más que humano, sus potencias inventivas al alero de las posibilidades de conexión entre elementos textuales y materiales nos hablan de sus modos de expresión y fuga tanto en espacios institucionales como en la ciudad. Las imágenes se muestran como potencias afectivas que pueden disputar la hegemonía de los regímenes de visualidad contemporáneos, para de este modo, mediante el reconocimiento de sus modos de coexistencia, potenciar ejercicios de imaginación de otros mundos posibles.
En colaboración con: Antonia Viu, Borja Castro-Serrano, Sebastián Wiedemann y Patricio Landaeta.