Haciendo uso de humor y un lenguaje inmediato, el autor alimenta las expectativas de la lectura. Y con esa complicidad afectiva nos hace parte del trayecto narrado, como si se decidiese en la lectura la suerte de sus héroes, tan cotidianos y transparentes como el lenguaje que los enciende de certidumbre y empatía, manifiesta el crítico peruano Julio Ortega Mientras tanto, Julio Skármetadescribe a Rodríguez como “rápido y maldito, chispeante y justiciero, sensible y escéptico, fatalista y pop, más comunicativo que una web y puentes trasatlánticos, enérgico y de ternura solapada, pero sobre todo, original y fresco.” Reflejando estas características en su escritura, logra crear cuentos diáfanos que atrapan al lector de principio a fin.Haciendo uso de humor y un lenguaje inmediato, el autor alimenta las expectativas de la lectura. Y con esa complicidad afectiva nos hace parte del trayecto narrado, como si se decidiese en la lectura la suerte de sus héroes, tan cotidianos y transparentes como el lenguaje que los enciende de certidumbre y empatía, manifiesta el crítico peruano Julio Ortega.Mientras tanto, Julio Skármetadescribe a Rodríguez como “rápido y maldito, chispeante y justiciero, sensible y escéptico, fatalista y pop, más comunicativo que una web y puentes trasatlánticos, enérgico y de ternura solapada, pero sobre todo, original y fresco.” Reflejando estas características en su escritura, logra crear cuentos diáfanos que atrapan al lector de principio a fin.