Glacis, la última expresión del desconcertante universo poético de Mario Verdugo, si bien recuerda y toma elementos de libros anteriores (sobre todo el tipo de juegos fónicos presentes en robert smithson & robert smith), se adentra en territorios nuevos, siendo quizá una de sus obras más radicales. En esta se manifiesta un afán de ciframiento y emboscamiento, de reclusión y negatividad, encontrables en algunas vanguardias e incluso en ciertas manifestaciones barrocas que igualmente el autor parece parodiar sin ánimo de burla.
Desde su mismo título —un término extraído de la geología y la geopolítica—, el poemario expone un problema de “habitabilidad” que el hablante juzga intolerable, iniciando así una búsqueda airada de refugio junto a otros sujetos, en una especie de utopía cívica, laica, cuyos repudios se dirigen más bien a la magia, “los arcanos”.
Misterios o “destellos” presentes en el lenguaje y la cultura, contra los cuales Glacis hace uso de una palabra babélica, donde se da una total confusión de niveles culturales, de préstamos idiomáticos, de saltos entre géneros y disciplinas. Y también en la poesía en tanto oficio y actividad “económica”, donde la incomodidad alcanza además a las distinciones y posiciones asignadas socialmente a ella y al poeta.