Ensayos que repasan la obra y la figura de autores como Benjamin, Adorno y Lukács, César Aira, Héctor Libertella y Ricardo Piglia, textos más y menos breves que recuperan con nostalgia suave el ambiente de un antiguo café de Valdivia en el que aún se puede fumar, o la figura de un arquero como Gatti, Fuga de materiales, del argentino Martín Kohan, dibuja capa tras capa los intereses, las apetencias, las preguntas y hasta los rechazos de un escritor para quien no hay temas pequeños y es capaz de abordarlos todos (desde la política, la dictadura y la infancia perdida hasta la televisión, el fútbol y los moteles) con idéntica intensidad. El autor de Bahía blanca, dueño de una prosa fluida y sofisticada, puede mezclar con enorme solvencia las figuras de Michael Schumacher, Proust, Benjamin y Mikka Hakkinen y producir una reflexión deslumbrante acerca de la memoria, o hacer foco en el cuerpo muerto de Eva Perón para hablar de una idea de la Argentina.
“La pretensión de contar con un ‘lector modelo’ comienza a tornarse un tanto ambiciosa, a medida que la literatura va penando, cada vez más, en procura de un lector, un lector simplemente”, escribe Kohan en uno de los textos que integran este libro. En otro dice: “La interrupción es el signo fatal de los tiempos que corren. Nuestras lecturas a cada rato se interrumpen”. Fuga de materiales contiene todos los elementos necesarios para sortear ambas derivas.