Las palabras dan forma a nuestra idea del mundo. Cuando elegimos un termino con atención ponemos cierto orden en el caos, y esa es tambien una bonita manera de cuidarnos. Un discurso pobre, impreciso, insípido y sin relieves refleja un pensamiento equivalente. ¿Cómo escapar del desconcierto de la indefinición? ¿Cómo recuperar el sentido de las cosas? Andrea Marcolongo dibuja un atlas etimológico lleno de sorpresas que nos lleva a los orígenes de nuestra historia, revela quienes hemos sido y nos invita a pensar quienes queremos ser.
Explorar las raíces de los terminos, saborear sus matices, asombrarse ante los desplazamientos que han sufrido a traves de los siglos y los lugares equivale a trazar la evolución de nuestra lectura del mundo. El arte de reconstruir las etimologías es, por tanto, cualquier cosa menos esteril: es un fin en sí mismo.
¿Desde que lugar lejano ha viajado cada palabra antes de llegar a nosotros? ¿Que otros paisajes ha recorrido, influyendo en otros idiomas y moldeándose a su vez? Quizá no haya mejor lección sobre nuestra esencia que la que ofrecen estas viajeras cuya supervivencia depende de la evolución, la mezcla y el movimiento.