En los fulgurantes aforismos del genial pensador rumano atisbamos las cenizas de los últimos rastros del Paraíso terrestre. Los lectores de Cioran saben que en sus libros hallarán siempre más preguntas que respuestas, más vacilaciones que certezas. Ese maldito yo no decepciona, pues su autor confiesa que se trata, en esencia, de una sucesión de perplejidades y obsesiones en torno a la maldición que rodea a todo lo que respira, y especialmente al yo: «Si el hombre olvida con tanta facilidad que es un ser maldito, es porque lo es desde siempre». En el ocaso de un mundo que no deja de dar señales de agotamiento, la lectura de Cioran, ese gran maestro del escepticismo, se convierte en un poderoso tónico contra el dogmatismo y la falta de humor que destilan las religiones y las ideologías. «Cioran es demasiado para el cuerpo.» Fernando Savater. «Cioran hace pensar y, sobre todo, hace mucha compañía.» Javier Cercas.