Una mañana, papá no estaba. Le pregunté a mamá cuando iba a regresar, pero no tenía cara de saberlo. Al día siguiente, me pidió que le llevara un pastel a la abuela que se sentía mal. Hay dos caminos para ir a su casa: el largo, que es muy tardado, o el atajo a través del bosque. “No vayas por el bosque, -dijo mamá- vete por el camino largo”. Pero yo quería estar en casa por si papá regresaba.