¿Qué implica viajar con otros a quienes no conocemos? ¿Cuánto aprendemos de quienes nos acompañan mientras viajamos? ¿Qué relación hay entre la forma en que nos movemos y el tipo de ciudad que construimos? ¿Cómo varía la experiencia de hombres y mujeres en el transporte público? Este libro retorna a los orígenes del viaje colectivo en las principales ciudades sudamericanas de la primera mitad del siglo XX. Lejos de entenderlos como un mero traslado, se concibe estos viajes como espacios fundamentales de sociabilidad; lugares desde donde se construyen y visibilizan las diferencias de género, clase y edad; balcones para el reconocimiento del paisaje social y urbano; motivo de promesas y reivindicaciones políticas; espacios privilegiados de reflexión, lectura e imaginación. En suma, la base de nuestra cultura metropolitana.