Esta novela, de estructura casi policial, presenta en el personaje de María Iribarne las zonas ocultas de misterio que impulsarán a Juan Pablo Castel a asesinarla. El creador —pintor en este caso— al dar forma a su obsesión interna debe renunciar a cualquier otra opción, en un proceso a la vez constructivo y destructivo que centrará el análisis de las motivaciones del crimen.