Los ensayos y entrevistas del curador neoyorkino Bob Nickas reunidos en El robo es visión muestran una relación ácida y efervescente con cierta producción artística de los últimos decenios en los Estados Unidos que actúa sobre las obras como horizonte y como amenaza. Organizados como una novela en la que cada capítulo corresponde a una década, los textos de Nickas definen un territorio híbrido en el que artistas, curadores y músicos construyen recorridos impuros, permeados por intenciones fallidas y experiencias en común.