«Hay golpes en la vida tan fuertes» —dice el verso vallejiano que es epígrafe y abre este libro de Tamara Kamenszain—, hay golpes en la vida tan fuertes que solo la poesía puede intentar suspender y asir los restos de lenguaje de una madre que pierde progresivamente la memoria y da paso al silencio. En una polifonía de voces y con la claridad del testimonio, El eco de mi madre sobrevive a la disolución de la lengua y habla el dolor de una hija que deviene madre al cuidarla y recoger los retazos de la cotidianidad, el afecto y los recuerdos: «juntas vamos armando un presente que no dura». Un presente como eco pero también como regalo o don, plasmado en este libro de poesía —prologado por Julieta Marchant— de una de las escritoras más relevantes del neobarroco argentino y latinoamericano.
A dos años de su partida, no olvidamos a Tamara:
Sentada al borde de su memoria
me archivo como puedo en ese olvido que la trabaja