Estas notas fueron posibles de convertirse en un libro gracias a la ayuda, entre otros, de cercanos a mí, pero sobre todo, obviamente, gracias al autor desconocido que las dejó abandonadas. Abrigo la sospecha de que son numerosos los diarios que se han escrito, rescatados algunos y hoy dispuestos en los anaqueles de las bibliotecas, pero la mayoría destruidos por la indiferencia y el fuego. En este caso, fortuito tal vez, la recuperación se debió a la curiosidad vulnerable, malsana, que me despertó hallar dicho manuscrito autobiográfico, perteneciente a un ciudadano cualquiera, de quien nada pude saber al margen.