Dentro de la tradición de los diarios de muerte y en una larga agonía, Cristián Brito Villalobos nos revela descarnadamente el dolor más grande que ha sentido en su vida. Afortunadamente ha sido sabio y podemos ver una luz de resiliencia al final del trance. Pero el camino hasta ese punto nos hace temer, exponiéndonos a la desesperación y la posibilidad del suicidio. Se advierte entonces un ser humano real -carne, huesos y espíritu- detrás de estas palabras. Se trata de una lectura auténtica que para muchas personas será muy desgarradora, pero después de todo, bella. Es notable ver cómo se reúnen esos dos campos semánticos, como lo hermoso y el dolor pueden hacerse uno en un libro. Sin duda, tal como él lo pide en uno de sus poemas, muchos lectores dirán junto conmigo: esto poesía.