La historia de El desierto transcurre en un pueblo chileno durante la sanguinaria dictadura de Pinochet, ahora frágil abuelito Don Augusto. Narrada con buen pulso, la novela acoge momentos de lirismo por un lado, y de tragedia por otro, en el devenir de la protagonista, una jueza que se ve obligada a enfrentarse a un militar, metáfora de la dialéctica entre la Ley y quienes la asaltan y destruyen. Entre el hombre y la mujer se entabla una especie de duelo feroz que genera, más allá de los deseos conscientes de cada uno de los contendientes, una suerte de mutua fascinación que contribuye a contaminar el enfrentamiento. El tema de la violencia histórica sirve, en realidad, para volver a ilustrar una interesante reflexión sobre los perversos vínculos que se establecen entre amos y esclavos, entre dueños y súbditos, entre libertad y dictadura. Habrá que estar atentos a esta novela de allá escrita aquí.